El ‘lobby’ de las mayores compañías farmacéuticas del mundo, PhRMA se creó en 1958 con tres objetivos confesos: “Tener un amplio acceso a patentes de medicinas seguras y efectivas a través del libre mercado, sin control de precios; crear fuertes incentivos a la propiedad intelectual; y regulación y libre flujo de la información a los pacientes de forma transparente y eficaz”.
Los 10 ‘lobbies’ más influyentes de Estados Unidos, entre los que se encuentra PhRMA, gastan más de 60 millones de dólares cada tres meses en condicionar y presionar a favor de sus intereses en las cámaras de representantes. Esta actividad está regulada de distintas formas en el país norteamericano desde el siglo XIX y actualmente hay registrados más de 12.000 grupos.
PhRMA se ha gastado más de 2.300 millones de dólares en la pasada década. Pero parece que les ha merecido la pena. Durante esos años ha habido muchas iniciativas parlamentarias en EEUU para moderar y controlar el precio de los medicamentos. También para permitir a los ciudadanos de ese país de importar los fármacos de Canadá, donde con frecuencia son mucho más baratos. Todas esas proposiciones tuvieron un mismo destino: la papelera.
La postura de PhRMA es la de subir los precios, pero siempre que haya avances y desarrollo científico significativo. Por ese motivo, algunas empresas, como Marathon, han abandonado recientemente el grupo acusados de elevar los montantes de los fármacos rescatando viejos medicamentos sin aportar nuevas propiedades.
Un estudio de 2015 elaborado por la compañía DRX, que se dedica a la comparativa de precios de medicamentos, reveló que un porcentaje muy elevado de los fármacos duplica su precio o sube muy significativamente en solo un año.
En la Unión Europea cada lobista está obligado a registrarse y los eurodiputados deben informar de sus reuniones con ellos y de qué asuntos tratan.
En estados Unidos, desde 2007, las organizaciones dedicadas a esta actividad deben publicar cada cuatro meses un resumen de sus actividades, sus gastos y la lista de lobistas que tienen empleados.
España es de los pocos países en los que esta actividad no se ampara bajo una regulación específica, aunque en su momento se creó una comisión de trabajo para crear un reglamento. En España los precios de los medicamentos no son libres y las negociaciones entre la industria farmacéutica y el Gobierno al respecto son muy complejos.
En 2015 la industria farmacéutica se gastó en sus labores de ‘lobby’ 240 millones de dólares, lo que la convirtió en la que, de largo, más dinero invirtió en ese concepto. La industria de los seguros fue la segunda con 157 millones invertidos.