La persona humana tiene una dignidad que nadie ni nada le puede quitar: el Papa a los enfermos de Huntington
La persona humana es siempre valiosa y tiene una dignidad que nadie le puede quitar: lo aseguró el Papa Francisco al recibir a los enfermos de Huntington, junto a sus familiares, las asociaciones, los médicos y el personal sanitario, reunidos en un encuentro mundial para que esta enfermedad neurodegenerativa, que margina a tantas personas, “no permanezca más oculta”.
En su discurso Francisco destacó cómo los temores y las dificultades que han caracterizado la vida de las personas enfermas de Huntington les ha causado verdaderas marginaciones, haciéndoles experimentar junto a sus familias “el drama de la vergüenza, del aislamiento, del abandono”. “Por ello – afirmó – hoy estamos aquí para decir a nosotros mismos y al mundo: «Nunca más oculta». No se trata simplemente de un eslogan – puntualizó el Papa – sino de un compromiso que todos debemos asumir.
Francisco destacó como Jesús durante su vida encontró a tantos enfermos y se hizo cargo de sus sufrimientos. “La enfermedad para Él nunca fue un obstáculo”. “Él nos ha enseñado que la persona humana es siempre valiosa, que tiene siempre una dignidad que nada ni nadie le puede quitar, ni siquiera la enfermedad. Asegurando que “la fragilidad no es un mal” el Santo Padre instó a no olvidar “el inmenso valor que siempre tenemos ante Dios”. “Ninguno de ustedes se debe sentir nunca solo – agregó. Ustedes son valiosos para Dios, son valiosos para la Iglesia”.
No faltaron las palabras de reconocimiento y aliento del Pontífice para los médicos, el personal sanitario y los voluntarios de las asociaciones para que sean “un punto de referencia para los pacientes y sus familias”, que a menudo tienen que enfrentar la enfermedad en un “contexto socio-sanitario que, con frecuencia, no corresponde a la dignidad de la persona humana”.
A los genetistas y científicos, Francisco animó a realizar el propio trabajo “siempre con medios que no contribuyan a alimentar esa «cultura del descarte» que a veces se insinúa también en el mundo de la investigación científica, destacando que ningún fin, por noble que sea, “puede justificar la destrucción de embriones humanos”.