La industria farmacéutica está fijando precios de hasta 100.000 euros al año por paciente en tratamientos de cáncer que se han desarrollado hasta en un 70% con inversión pública y cuyo coste real podría rondar los 15.000 euros, según afirman investigadores originales de estos fármacos. ¿Cómo llamarían a esto? Sí, eso mismo pienso yo, pero las administraciones no ponen el grito en el cielo ante tamaña barbaridad porque esto es el mercado y hay que jugar con sus reglas, aunque nos cueste la misma vida, como es el caso.

Los tratamientos oncológicos son uno de los grupos de medicamentos con los precios más altos y que más ingresos generan a la industria farmacéutica, aunque las fases de investigación y los ensayos clínicos se hayan hecho con una importante inversión pública. Así lo explica un reciente informe: Los medicamentos para el cáncer: altos precios y desigualdad, que ha publicado la organización No es Sano dentro de la campaña «Nos la juegan», en donde quien quiera puede enterarse de los excesos que están perpetrando. La plataforma está formada por la Organización Médica Colegial y por la ONG Médicos del Mundo, profesionales del sector nada sospechosos, que saben bien de lo que hablan.

Nos la están jugando y ganan siempre, porque cada vez hay más enfermos de cáncer (en España, para 2035 habrá un 30% más, hasta llegar a los 315.000 pacientes), los precios se han duplicado en la última década y este abuso está teniendo un impacto directo en los sistemas de salud de todo el mundo, porque aumenta el gasto farmacéutico y limita su acceso en muchos países. Pero… es el sistema.

Un sistema de propiedad intelectual que deja en manos de las farmacéuticas la fijación de los precios de los fármacos y un marco regulatorio poco transparente que beneficia a la industria en detrimento del interés público, señalan los profesionales sanitarios, que han pedido a Sanidad transparencia sobre cómo se fijan los precios de los medicamentos de uso hospitalario y han obtenido la callada por respuesta.

En España no es posible acceder a los acuerdos de precios fijados entre el Gobierno y la industria para estos fármacos de uso hospitalario, es un secreto, y como el peso presupuestario recae sobre las comunidades autónomas, el secretismo llega a provocar que los altos precios sean además diferentes entre regiones e, incluso, entre hospitales, poniendo en peligro los recursos del sistema sanitario y obligando a recortar de otras partidas como la contratación de médicos, el cuidado de los pacientes o los equipos para diagnosticar enfermedades.

Si a todo esto le unen que el banco Goldman Sachs se plantea si curar a los enfermos es un modelo sostenible y que ha advertido a las empresas de biotecnología que curar a los pacientes puede frenar en seco su negocio, apagamos y nos vamos. ¿Cómo decían que llamaban a esto?

Autora: CHARO RUEDA (PERIODISTA)

Fuente: http://www.20minutos.es/opiniones/charo-rueda-columna-cancer-industria-farmaceutica-medicamentos-oncologia-3339484/