El gasto farmacéutico en España superará los 20.000 millones de euros en el año 2020.

El consumo de fármacos varía según el grupo de medicamento;algunos han experimentado un alza y, por el contrario otros han registrado un descenso;en este último grupo se hallan los antiinflamatorios que, en la última década han experimentado un descenso del 12%.

Cabe destacar el importante incremento de psicofármacos que comprende el grupo de tranquilizantes, hipnóticos y antidepresivos, especialmente este último con un incremento de hasta un 200% en la última década, si bien no siempre se utilizan estos fármacos para el tratamiento de depresiones;mientras que los tranquilizantes y los hipnóticos han registrado un incremento en el consumo, en torno al 57%.

El consumo de protectores gástricos ha registrado un incremento del 80% y el grupo medicamentos que reducen el colesterol se ha incrementado en un 400% aproximadamente.

Los analgésicos, y especialmente los opioides (analgésicos más potentes), también es un grupo de fármacos requerido y querido, con un incremento del 84%.

Otro dato de interés es el incremento que ha experimentado el consumo de antibióticos, que ha subió en torno a un 35% entre los 2000 y 2015.

España es también el primer país del mundo en consumo de medicamentos para tratamiento de la demencia y ocupamos el segundo lugar en el consumo de medicamentos para el tratamiento de la osteoporosis.

No solo preocupa el incremento en el consumo general de fármacos. Además preocupa y mucho los efectos secundarios que no siempre se tienen presentes y en ocasiones son el motivo de consecuencias fatales;así, el número de muertes anuales como consecuencia de los efectos secundarios de ciertos medicamentos ascendería a las 18.000 solo en Francia, según apunta el farmacólogo Philippe Even, profesor emérito en la Universidad Paris Descartes. Un tercio de las muertes asociadas al consumo de medicamentos se producen por una mala praxis médica en la prescripción de fármacos.

Pero hay otro dato de interés y es que un tercio de los medicamentos comercializados son completamente ineficaces y, por tanto, no tienen ningún efecto terapéutico, según Even.

Una cuestión de importancia relevante, como consecuencia del mal uso de los antibióticos, estriba en la resistencia de no pocos gérmenes que, en definitiva, se vuelven inmunes a ciertos antibióticos a los que antes eran sensibles y, por tanto, se necesitan hallar nuevos fármacos de este grupo para lograr la curación de infecciones que hasta ahora era posible con los antibióticos habituales.

De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado de que cada año mueren un millón de personas debido a enfermedades infecciosas que no responden a ningún tratamiento antibiótico, y que esta cifra podría ascender a diez millones en 2050, y superar incluso a los fallecimientos por cáncer.

Finalmente, un problema añadido en personas que ingieren varios medicamentos, es el resultado adverso que unos fármacos ocasionan sobre otros. Esto sucede porque muchos fármacos, antes de ejercer su efecto, deben pasar por el hígado y es este el lugar en que, en ocasiones se ve incapacitado para reaccionar de forma adecuada a la llegada de más de un medicamento, ocasionando una disminución del efecto farmacológico o, incluso un incremento del efecto, ambos casos no deseados e incluso de graves consecuencias.

En la sociedad que se denomina de “bienestar”, no se entiende bien tanta dependencia farmacológica, especialmente de psicofármacos (tranquilizantes y antidepresivos, especialmente). Hemos logrado un estado de exigencias sociales, laborales y familiares que favorecen la ansiedad en algunos casos y las depresiones en otros.