La epidemia de ébola supera el millar de fallecidos y es la segunda peor del mundo.
El brote de ébola que azota desde agosto pasado el noreste de la República Democrática del Congo ha causado ya 1.008 muertos de un total de 1.529 contagios, según el Ministerio de Sanidad. De los fallecidos, 942 casos han sido confirmados en laboratorio mientras que 1.463 contagios han dado positivo, de acuerdo con cifras vigentes a fecha de 2 de mayo; lo que agudiza esta epidemia considerada ya la mayor en la historia del Congo y la segunda peor del mundo.
«A 2 de mayo de 2019, el Ministerio de Sanidad registró más de 1.000 muertes por la enfermedad del virus del ébola en las provincias de Kivu del Norte e Ituri», señaló anoche en el último parte sanitario el ministro congoleño de Sanidad, Oly Ilunga Kalenga, «la tasa general de letalidad de esta epidemia es del 65,9%».
Los datos epidemiológicos muestran además que la mayoría de los contagios y de las muertes se concentran geográficamente en las urbes de Butembo y de Katwa -provincia de Kivu del Norte- las cuales aglutinan el 44% de los contagios y el 51,9% de los decesos.
La pronta erradicación de este brote se ha visto obstaculizada, principalmente, por el rechazo de algunas comunidades a recibir tratamiento así como por la inseguridad en las áreas afectadas, donde operan numerosas milicias rebeldes y grupos armados.
El pasado 19 de abril, el epidemiólogo camerunés Richard Valery Mouzoko Kiboung, enviado por la Organización Mundial de la Salud a la ciudad de Butembo, fue asesinado en un ataque armado a un hospital perpetrado por hombres no identificados.
Con este panorama, la África Subsahariana vive una situación compleja de salud que se agudiza cada vez más.
“Las epidemias globales del futuro vendrán de África, no debemos bajar la guardia”, así lo aseguró el virólogo congolés que descubrió el ébola, Jean Jacques Muyembe, en una entrevista a El País de España, en marzo de 2017. Para 1976, Muyembe era el único virólogo de todo el país y arriesgó su vida para tomar las muestras de los restos de las primeras personas que fallecieron por el brote en la villa de Yambuku, trabajo que realizó junto al científico belga Peter Piot.
La advertencia del virólogo –uno de los científicos más destacados del continente– se conjuga con la realidad de esta zona: un territorio tropical, con gobiernos cuestionados e inmerso en guerras.
Los países afectados están ubicados cerca del Ecuador africano como Uganda, Gabón, Nigeria, Mali y Sierra Leona. Sin embargo, para el médico Casademont de MSF no es correcto generalizar. “No se puede hablar de África en global. Tiene una multitud de condiciones climáticas y geográficas que hace a las enfermedades distintas”, asegura.
Casademont cita como ejemplo el paludismo, que, en las fronteras norte y sur “ni existe” y en la parte más ecuatorial, por condiciones ambientales, la transmisión es constante a lo largo del año. Y, en la franja del Sahel, hay brotes estacionales que causan mortalidad porque coincide con el periodo del hambre, momento en el que la gente espera la cosecha y no hay reservas del año anterior: “Cuando el paludismo se junta con el hambre es mortal”.
“Muchas de las enfermedades tienen origen africano. No solo esas, sino el VIH. El África ecuatorial es un ecosistema variado con diversidad de ambientes y fauna, zancudos e insectos transmisores de enfermedades. Eso es un factor”, así lo explica que Francisco Javier Díaz, profesor de Medicina de la Universidad de Antioquia (Colombia).
Señalar a la geografía, si bien explica el contexto africano, no es un motivo único. En Colombia tenemos la selva amazónica y la incidencia de casos de malaria se estimó en 62.141 durante 2018, según el Instituto Nacional de Salud. El Cólera afectó al país en 1991, en una epidemia que inició en la costa Pacífica y siguió los cauces de los ríos Magdalena y Cauca. De este brote, el INS estima que la tasa de incidencia fue de 51,2 casos por cada 100 mil habitantes.
El paso del cólera no acabó ahí. Hasta 1999 se presentaron más casos y hubo una pausa en sus apariciones hasta 2004, cuando se reportaron otros tres procedentes del municipio de Tumaco. Desde entonces, no se han registrado nuevos brotes.
Entre los informes de las mismas enfermedades y contextos geográficos y sociopolíticos hay diferencias. En el caso de la malaria, “el microorganismo que la produce en África es diferente al que lo genera entre nosotros. Acá tiene un impacto económico y desencadena enfermedad. En África, mortalidad”, explica César Segura, profesor de Medicina de la Universidad de Antioquia.
Cuando lo político enferma
Para Segura, quien es Magister en Epidemiología y PhD en Salud Pública, aparentemente la posición geográfica hace que este tipo de enfermedades sean difíciles de radicar. Sin embargo, “más que este factor es la situación política, económica y social de esos países la que lleva a números dramáticos de impacto”.
Como Segura, Díaz señala la existencia de factores socioeconómicos relacionados con la pobreza que se traducen en cómo la gente adquiere alimento. El experto hace referencia al ébola, que tendría su origen en los murciélagos, que son cazados para el consumo humano.
Por este motivo, también tiene un vínculo con la pobreza y la precariedad de la atención pública: “Si la gente tuviera comida sin tener que capturar carne de monte, los brotes serían menos”. De acuerdo con datos del Banco Mundial, en la África Subsahariana hay 413,3 millones de personas consideradas como pobres (dato revisable al alza en todo caso dado los parámetros usados)