ganancias.jpgPara mucha gente resulta difícil justificar los enormes beneficios de las compañías farmacéuticas, cuando millones de personas mueren diariamente por falta de medicamentos o por tener estos un precio excesivo.

En efecto, cada año nos dice la OMS (aunque las cifras reales son mas elevadas) las enfermedades infecciosas matan a 14 millones de personas en los países empobrecidos, lo que equivale a 30.000 muertes diarias. En África, las enfermedades infecciosas y parasitarias representan el 60% de las muertes.

En Europa, sin embargo, representan sólo un 5% del total, mientras que un 70% de las muertes son causadas por el cáncer y las enfermedades cardiovasculares (las cuales están correlacionadas con la edad y factores inherentes al estilo de vida).

De las 14 millones de muertes causadas por enfermedades infecciosas y parasitarias la mayoría fueron de personas pobres en países en desarrollo, incluyendo 6,3 millones en África y 4,4 en el sudeste de Asia.

Más de la mitad fueron muertes de niños que no habían cumplido cinco años. Seis enfermedades –neumonía, diarrea, sida, malaria, sarampión y tuberculosis- son, según la OMS, la causa de la mayoría de estas muertes, que matan principalmente a niños y a jóvenes. Se estima que sólo la malaria tiene un coste de 12.000 millones de US$ de pérdidas en el PIB de los países del África subsahariana y consume el 40% del gasto en salud pública de la región.

PFIZER VICTIM S THE DYING FIRDAUSI AND HER BROTHER SANI .jpgAnte la crudeza de estas cifras las miradas se vuelven airadas hacia las empresas farmacéuticas, acusándolas de no dar una respuesta adecuada a esta situación. Ya que el sector farmacéutico parece preocupado exclusivamente en ganar cada año más dinero con la venta de medicamentos, cuyo precio hincha artificialmente para pagar los altos salarios de sus ejecutivos.

Resulta escandaloso, que su investigación esté centrada en desarrollar productos para atender las enfermedades de los países opulentos (cardiovasculares y del sistema nervioso), mientras en los países empobrecidos la gente se muere por falta de la medicación adecuada o por ser ésta demasiado cara.

¿Pero como se defiende la industria farmacéutica de estas acusaciones? Con una estrategia de “lavado de cara” . Entre los ejemplos más conocidos suelen citarse los esfuerzos de Bayer y GlaxoSmithKline, conjuntamente con la OMS, para desarrollar una droga o un tratamiento que combine la terapia y el medicamento contra la enfermedad de la malaria; el Instituto de Medicina Tropical en Singapur (122 millones de US$ de inversión desde su constitución) creado por Novartis, focalizado en desarrollar terapias para el tratamiento del dengue y la tuberculosis; el nuevo laboratorio en Bangalore, India, dedicado a la investigación de tratamientos para la tuberculosis B, financiado (10 millones de US$ para la construcción del edificio y 5 millones de US$ para los gastos corrientes) por AstraZeneca, o el programa de donación de Mestizan, uno de las primeras iniciativas de la industria, para tratar la onchocerciasis (“river blindness”) impulsado por Merck y cuyo monto asciende a 174 millones de US$ hasta la fecha.

oms.jpgAdemás, están las alianzas impulsadas conjuntamente por el sector para combatir determinadas enfermedades, como la Iniciativa para la Erradicación de la Polio (PEI), la Roll Back Malaria (RBM), Stop Tuberculosis, la Alianza Global para la Vacunación y la Inmunización (GABI), el Fondo Global para la lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria (GFATM) o la Alianza Global para eliminar la Filariasis Linfática (GAELF).

En cuanto a la contribución total de la industria, un reciente estudio realizado por la Federación Internacional de la Industria Farmacéutica (IFPMA) y validado por el Centro de Salud y Cuidados de la London School of Economics muestra que en los últimos cinco años, desde que se lanzó por Naciones Unidas la campaña para la consecución de los Objetivos del Milenio, las 126 alianzas creadas por los departamentos de I+D de las principales empresas farmacéuticas han prestado asistencia sanitaria a 539 millones de personas o, lo que es lo mismo, más de dos tercios de la población de los países subsaharianos. En este periodo la industria ha proporcionado medicinas, vacunas, equipos, educación en salud y mano de obra por un valor estimado de 4,3 mil millones de dólares. Esta cifra supera a toda la ayuda oficial al desarrollo de Canadá durante el año 2004 o la de Holanda, y es tres veces mayor que la de Suiza.

Este lavado de cara entra en contradicción con la acusación de ganar beneficios desproporcionados o la propuesta de renunciar a la protección de las patentes sobre los medicamentos.

La clave real está en un cambio radical de los objetivos finales de las empresas del sector….¿Qué pasaría si las compañías farmacéuticas no midieran sus resultados en términos de beneficios económicos sino que midiesen su éxito por el número de vidas salvadas y de enfermedades curadas?.

¡Ahora es el momento para hacerlo!. Ya que nos encontramos en medio de una auténtica revolución en las ciencias farmacéuticas. Los investigadores han desarrollado potentes medicamentos para combatir las enfermedades de los países enriquecidos, como el cáncer o las enfermedades coronarias. La ciencia está ahora en condiciones de hacer lo mismo con las enfermedades infecciosas que afligen a una parte importante de la población mundial. Lo único que necesitamos es la voluntad política de hacerlo. Cambiemos el paradigma de sus objetivos…¡Que los enfermos estén por encima del beneficio!