En Sudáfrica, trastuzumab, medicamento contra el cáncer de mama, fabricado por la multinacional farmacéutica suiza Roche alcanza un precio de 38.365 dólares por paciente y año.
Un precio totalmente disparatado, sobre todo si tenemos en cuenta que el tratamiento anual de trastuzumab puede ser producido y vendido, según diferentes economistas de la salud, por apenas 240 dólares, incluyendo un 50% de beneficio para la empresa farmacéutica.
Roche está haciendo todo lo posible para mantener a toda costa los altísimos precios del fármaco. En Sudáfrica, por ejemplo, las diferentes patentes sobre trastuzumab le aseguran un monopolio hasta el año 2033.
En muchos otros países, Roche está batallando para prevenir la entrada de versiones genéricas más económicas del producto al mercado, o utiliza técnicas tales como el ‘reverdecimiento’ (cambios mínimos en las moléculas que no añaden valor terapéutico), para prolongar las patentes que llegan a su fin y conseguir más años de monopolio.
Así que, ante la alarmante avaricia de Roche, el pasado Día Mundial del Cáncer, activistas y organizaciones de todo el mundo (Sudáfrica, EEUU, Reino Unido, Zambia, Brasil…) se movilizaron para exigir a la farmacéutica suiza que, en primer lugar, bajase los precios del fármaco y, en segundo, dejase de batallar legalmente para evitar que versiones biosimilares del fármaco entren al mercado.
Sirven como ejemplos los casos de India, donde Roche ha llevado a juicio a la agencia reguladora de medicamentos por permitir la entrada de un fármaco similar. También las demandas de la empresa suiza, entre otras grandes compañías farmacéuticas, contra los gobiernos de Argentina y Brasil, que pretenden hacer uso de unas salvaguardas contempladas en los Acuerdos sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual (ADPIC) para poder tramitar licencias obligatorias de patentes de fármacos con precios abusivos y atender así las necesidades de salud de la población introduciendo versiones genéricas de los mismos.