parlamento europeoEl Consejo Europeo en junio del 2016 reconocía que el acceso de los pacientes a medidas efectivas y asequibles esta en peligro por el nivel demasiado alto e insostenible de los precios de los medicamentos. Además mostraban su preocupación sobre el desequilibrio en el modelo farmacéutico actual y que puede no estar promoviendo siempre los mejores resultados para los pacientes y para la sociedad.

Los mismos que tiene la tarea de legislar y regular sobre las farmacéuticas, están preocupados sobre las medidas que se han tomado en el control de los precios de los medicamentos. Da la sensación que han perdido la capacidad de control y de regulación sobre el modelo farmacéutico.

Ellos mismos reconocían que se han tomado muchas medidas en los últimos años (445 medidas entre 2010-2014), pero según un estudio elaborado por el propio parlamento europeo esa medidas son insuficientes e ineficaces, porque la mayoría están dentro del “marco conceptual” y político del modelo actual de patentes y de los mecanismo de determinación de precios, un marco que ha sido dibujado por las corporaciones farmacéuticas. Un modelo farmacéutico que está íntimamente incardinado en el Nuevo Sistema Financiero Global.

Por eso, cuando hablamos de las medidas para garantizar el acceso a la atención sanitaria y a los medicamentos, cuando discutimos de las políticas necesarias para no perder y recuperar el derecho a la atención sanitaria, tenemos que hablar también de regulación financiera, de acciones políticas contra el fraude fiscal, de propuestas económicas que no tengan el lucro como su motor de acción. El problema de los altos precios de los medicamentos tiene mucho que ver con esta nueva economía financiera global. Y, de la misma forma que la burbuja financiera de las hipotecas basura explotó en 2007, la burbuja de hiperprecios de los medicamentos, si no se controla, estallará provocando daños a los pacientes, al sistema sanitario y al conjunto de la sociedad.

En el fondo existe un conflicto, una lucha entre dos intereses, por un lado el interés de conjunto de la sociedad y de los pacientes y por otro lado, el interés de una empresas, de sus accionistas y de su directivos, que quieren obtener el máximo beneficio en un plaza lo mas corto posible. Y en esta báscula, las patentes, el abuso que se hace de ellas desequilibra claramente el peso del lado de las corporaciones farmacéuticas. Y quien decide el papel de las patentes en este equilibrio. La sociedad le ha dado esta capacidad de decisión a los organismo reguladores. En ¿que momento?, ¿por que causa? esta capacidad decisión pasó a manos de las corporaciones. Como es posible que sean ellas mismas las que se autoregulen, las que propongan medidas ineficaces para autoperpetuarse.

Y ¿ante esto?. Lo más importante es cambiar el marco conceptual en el que se mueve libremente la industria de los medicamentos. Un marco que muchos denominan similar al “crimen organizado”, donde se controlan todos los aspectos que puedan influir en la producción y venta del producto. Hay que recuperar los mecanismo de legislación y de regulación. Las líneas de trabajo deben ir dirigidas a controlar a la industria farmacéutica cuando sus ambiciones se salen de los márgenes del mercado y del sistema sanitario. Y ese control hay que ejercerlo a través de los mismo grupos que utiliza la industria para la venta, los enfermos, los ciudadanos, los políticos, gestores y profesionales. No es cuestión de sólo una campaña de concienciación, sino de una propuesta de cambio de los objetivos del modelo farmacéutico actual. Hay que conseguir que las voces de los más débiles sea puesta como pilar en las decisiones políticas y se traduzca en regulaciones más estrictas de los gobiernos sobre las corporaciones. “Todos somos responsables de todos”