Uno de los problemas más importantes de la humanidad en el momento actual es saber dónde está la verdad. A quién creer en medio de una selva de disparates entremezclada con algunas verdades. La verdad es cada vez más esquiva, y hasta se desconfía de que exista.
En el ámbito de la salud, el criterio médico para diferenciar las habladurías sin fundamento de una “presunta” verdad es el método científico.
Con frecuencia es difícil saber dónde está la verdad cuando se trata de tratamientos que sirven de negocio a la industria farmacéutica y biotecnológica de la salud. Así nos encontramos que uno de cada cinco ensayos clínicos publicados en revistas científicas tiene un vínculo comercial.
La metodología científica se encuentra perturbada porque con frecuencia los resultados que se muestran están falseados o distorsionados con el objetivo de imponer comercialmente tal o cual producto. Los médicos son el blanco preferido de un marketing muy sofisticado, porque de sus lapiceras surge el consumo y el negocio de los medicamentos. Encontrar la verdad del mejor tratamiento obliga a sortear los sesgos que se introducen en la metodología científica y buscar fuentes y organismos independientes que avalen los resultados de los diferentes estudios.
Por cada mil dólares que la industria invierte en marketing se incrementa la indicación médica en 0,1 por ciento, pero debido al alto consumo o alto precio, la ecuación garantiza buen rendimiento.
Con frecuencia un medicamento que sale al mercado con aureola de maravilla, a poco de ser utilizado cae por inútil o por los efectos colaterales indeseables. Los médicos veteranos saben que el tiempo es de alguna manera una forma de conocer la verdad. Veritas filia tempore: la verdad es hija del tiempo. Con el paso de los meses y los años, los medicamentos se asientan o desaparecen en el olvido.
Por ejemplo: la digital es una sustancia de origen botánico, utilizada para mejorar la función cardíaca, que fue descrita por primera vez en 1543 por Leonhart Fuchs. Desde ahí hasta el presente, el fármaco sigue vigente. Todos los años salen al mercado una enorme cantidad de nuevos medicamentos. De ellos, muy pocos representan avances significativos en la terapéutica, mientras que un número mayor son incluso nocivos. De esos, sólo unos pocos pasarán la prueba del tiempo como la digital.
Los medios de comunicación vomitan una enorme cantidad de seudoverdades con un objetivo exclusivamente comercial. Muchos programas televisivos se dedican a hablar de salud; algunos con relativa seriedad, pero otros con total inconsciencia e irresponsabilidad con respecto al impacto que son capaces de provocar. Se dejan llevar por el interés comercial o por la espectacularidad de la noticia, sin reparar en que divulgan mentiras a secas. El resultado es el incremento en el consumo de gran cantidad de productos inútiles, e incluso nocivos.
No olvidemos que los grandes saltos históricos de la salud humana los constituyeron medidas tales como el saneamiento, el agua potable, la organización sanitaria y las vacunas (cuando se plantean con dimensión social).
Ninguno de los medicamentos de alto precio tan en boga, destinados en su mayoría al área oncológica, tendrá un impacto similar.