La sobremedicación constituyen un problema que es capaz de poner en riesgo la salud.

Cuando se hace una consulta médica debido a alguna dolencia hay una tendencia bastante extendida a esperar que el médico recete algún medicamento. De lo contrario, se suele caer en una especie de decepción, acompañada por pensamientos del estilo “el médico no me prestó atención” o “vine a perder el tiempo”.

Sin embargo, la sobremedicación puede acarrear serias consecuencias, y es entonces cuando el remedio termina por ser peor que la enfermedad. Así quedó reflejado en los resultados de un estudio que evaluó por primera vez en el mundo el impacto que tiene el tomar múltiples medicamentos sobre los episodios de fracturas en adultos mayores.

En concreto, la investigación realizada por la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda (Drug Burden Index and Its Association With Hip Fracture Among Older Adults: A National Population-Based Study.), halló que los adultos mayores que toman diversos medicamentos de alto riesgo para dormir, para el dolor o la incontinencia tienen el doble de riesgo de caerse y sufrir fracturas, y muchos de ellos morir dentro del año posterior al accidente.

Las estadísticas indican que el 90% de las fracturas que sufren las personas mayores es producto de una caída, y que entre el 20 y el 30% muere dentro del año de haberse fracturado.

El equipo de investigadores comprobó que las personas que tomaban más de tres medicamentos con efecto sedativo o que afectan la cognición tuvieron el doble de riesgo de fracturarse la cadera que aquellos que no tomaban ninguna medicación.

Los medicamentos que aumentaron de manera significativa el riesgo de fracturas fueron aquellos que producían efectos secundarios sedativos y anticolinérgicos. Este tipo de fármacos son los que comúnmente se prescriben para múltiples condiciones tales como trastornos del sueño, dolor o incontinencia. Entre los principales efectos secundarios de estos medicamentos se encuentran la sedación, boca seca, visión borrosa, mareos y confusión, detalló el investigador.

Todos los medicamentos tienen un impacto sobre la salud. Sin embargo, estamos estudiando cada vez más los efectos secundarios a largo plazo de la medicación en los adultos mayores. Si bien pueden ser sutiles, son capaces de tener un impacto mayor en los ancianos frágiles, causando caídas, pérdida de la independencia e incluso muerte prematura.

El sobrediagnóstico es una epidemia moderna que no cura y que no se trata de un mal diagnóstico sino de un mal pronóstico. Determinar sin evaluar correctamente, sin profundizar en los hallazgos, emitiendo una decisión diagnóstica rápida y tajante, sin duda alguna no hace más que sobre diagnosticar una condición de salud. Con lo cual se está encarando otra vía, distante de la realidad de salud del paciente. Es un fallo de actitud profesional, que empeora la actualidad del paciente y, ciertamente, contribuye a una calidad de vida en constante deterioro.

Estamos plagados de una necesidad evidente y de una avidez desmesurada de querer saber imperiosamente todo. Vale aclarar que el “saber” no es malo, pero la presión que nos genera, y la que forjamos, suele conducirnos a formas no del todo correctas en busca de respuestas ante la incertidumbre.

Como profesionales no debemos caer en el sobrediagnostico, ya que indudablemente es una forma de equivocar la estrategia de salud, generando a largo plazo mayor carga de angustia, más incertidumbre y, en definitiva, a generar  un nuevo problema de salud más importante para el paciente.