Un juez federal de EE UU en Maryland ha dictaminado recientemente que la compañía farmacéutica Bristol-Myers Squibb, la Universidad Johns Hopkins y la Fundación Rockefeller deben enfrentar una demanda de US$ 1.000 millones por su participación en un experimento clínico en la década de 1940 que infectó con sífilis a cientos de guatemaltecos.
Alrededor de 775 víctimas y familiares guatemaltecos presentaron en 2015 una demanda civil sobre el experimento liderado por EE UU cuyo objetivo era descubrir si la penicilina podía usarse para prevenir enfermedades de transmisión sexual.
Afirmaron que los investigadores “les sometieron a ellos o a sus familiares a experimentos médicos en Guatemala sin su conocimiento o consentimiento durante las décadas de 1940 y 1950”.
El Juez de Distrito Theodore Chuang rechazó los argumentos de la defensa de alegaba que la ley protege a las compañías extranjeras de los juicios en EE UU cuando la violación de los derechos humanos ocurrió en el extranjero. El juez dictaminó que la ley también se aplica a las empresas nacionales que violan los derechos humanos en el extranjero.
Los ensayos clínicos en Guatemala
Como en muchos otros países latinoamericanos, el número de ensayos clínicos ha ido creciendo en Guatemala a partir de la década de los noventa en donde no hay una ley que regule los ensayos clínicos. A eso hay que añadir que la gran mayoría de la población guatemalteca no tiene acceso a servicios de salud o el acceso es mínimo.
La historia negra de los ensayos clínicos en Guatemala se descubrió por accidente en 2010, cuando una historiadora descubriera sin buscarlo en un archivo en el que se explicaban las brutalidades que en nombre del avance de la ciencia médica se hicieron en el país. Seguramente fueron los primeros ensayos clínicos en Guatemala. Los papeles encontrados documentaban los ensayos que entre 1946 y 1948 hicieron los investigadores del Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos. En los experimentos “participaron por lo menos 5,128 personas en situación de vulnerabilidad, incluyendo niños, huérfanos, prostitutas menores de edad y adultas, indígenas guatemaltecos, enfermos diagnosticados con lepra, enfermos mentales, prisioneros y soldados”. A estos pacientes sin su consentimiento les infectaron con sífilis, gonorrea y chancroide con el objetivo de testear la capacidad terapéutica de la penicilina en las personas infectadas.
El papel que juegan los investigadores principales guatemaltecos
Guatemala no tiene la infraestructura de atención médica, ni la capacitación en investigación clínica o epidemiológica para apoyar y evaluar críticamente los ensayos de las farmacéuticas globales. Hay que tener en cuenta que los investigadores principales de los ensayos clínicos en Guatemala y en otros países de la región no ejecutan ningún trabajo científico, son solamente administradores de unos protocolos que han sido diseñados fuera del país y cuyos resultados serán también analizados fuera. Los médicos guatemaltecos que trabajan en ensayos clínicos son ‘maquiladores’: “lo que menos les interesa es el progreso de la ciencia de la salud, pues su meta es el crecimiento de sus cuentas bancarias… en general no tienen formación científica y, en consecuencia no saben escribir… ¨. En Guatemala, los médicos que trabajan con las farmacéuticas en ensayos clínicos también acumulan una buena fortuna.
Sin duda, Guatemala es un paraíso fiscal muy atractivo para los ensayos clínicos de las grandes empresas farmacéuticas. Mientras haya muchos pobres seguirán aumentando los ensayos clínicos.
Fuentes: https://www.voanews.com/a/judge-lawsuit-over-guatemala-syphilis-experiment-to-proceed/4730000.html
http://www.saludyfarmacos.org/lang/es/boletin-farmacos/boletines/nov201604/042_ensayos/