Es necesario un compromiso profesional y político que defienda la vida humana y su dignidad en todas las fases de la vida. Para ello es necesario un análisis permanente de la revolución biopolítica que hay en marcha y cuya base tecnológica es la misma que está produciendo radicales transformaciones en el mundo laboral. La misma tecnología que se utiliza para manipular la vida humana naciente y terminal es la que se usa para supeditar el mundo del trabajo al capital en lo que se ha denominado la “economía bajo demanda”.
Desde la crisis de 2007 somos cada vez más conscientes de que estamos viviendo un cambio de época. Esta conciencia ha sido acelerada brutalmente por la actual crisis provocada por la COVID 19 y ello exige en todos nosotros un cambio de mentalidad.
La complejidad y el dinamismo de la realidad se imponen como dos características con las que tenemos que saber vivir independientemente de la edad que tengamos. Ni los jóvenes se supone que están preparados por el hecho de ser jóvenes, ni los mayores están obsoletos por el hecho de ser mayores. Es un reto que debemos afrontar conjuntamente y de la manera más adecuada si queremos una sociedad más justa y que se oriente hacia el Bien Común.
En la base de esta complejidad y dinamismo está la revolución digital que está transformando casi todas la actividades humanas a un ritmo frenético: las comunicaciones, la educación, la industria, la sanidad, etc, con unas consecuencias sociales, laborales y éticas de una profundidad y extensión enormes. Es lo que se ha llamado la vida exponencial.
Toda nuestra vida está siendo transformada en alguna medida por el impacto de estas tecnologías y sobre todo por las decisiones de aquellos que las controlan. No podemos estar ajenos a esta realidad social, profesional y política.
Uno de los cambios, tal vez, el cambio más importante, y que va a condicionar nuestra vida de manera decisiva en el futuro es la posibilidad de que la naturaleza humana, tanto biológica como psicológica pueda ser transformada por la nueva tecno-ciencia digital. Las consecuencias de esta posibilidad son impredecibles social y políticamente pero no podemos obviar que grupos muy poderosos vinculados a las grandes empresas digitales están empujando en esta dirección. Por ello, no nos cabe duda de que se está planteando una auténtica Revolución Biopolítica que va a transformar la vida humana.
Si queremos que la vida política, la vida común, sea lo que debe ser, es decir, esté orientada hacia el Bien Común, no podemos desentendernos de las transformaciones biopolíticas que la revolución tecnológica está ya planteando. No se trata solo de hacer un juicio moral y ético sobre lo que está bien o lo que está mal. Se trata de implicarse profesional y socialmente para que la vida humana y su dignidad sea respetada. Este es el campo de la Biopolítica donde los profesionales de cualquier ámbito, que deseen ser fieles a su vocación, tienen que poner su trabajo al servicio del Bien Común.
El Observatorio de Biopolítica nace justamente para analizar, juzgar y proponer de cara a que el Bien Común sea una prioridad de nuestra sociedad y todos podamos ser responsables de ello sin exclusión de nadie.