“SALUD PARA TODOS” la importancia del paradigma en salud para los empobrecidos
Cuando en el año 1991 el director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Dr. Hiroshi Nakajima presentó ante la Asamblea Mundial de la Salud la necesidad de construir un nuevo paradigma de salud que respondiera a las realidades políticas, económicas y sociales cambiantes, para justificarlo hizo mención a “dramáticos cambios” en política económica (el capitalismo había terminado por imponerse), problemas demográficos y epidemiológicos, la “preocupante situación” de los sistemas sociales y la crisis de la deuda en los países empobrecidos.
Precisó que la falta de un paradigma válido era un “inconveniente para planificar”, ya que la OMS se veía “presionada por los donantes a ser selectiva centrándose en un número limitado de prioridades a bajo costo”; este último enfoque se dirigía principalmente a las iniciativas de supervivencia infantil. Este nuevo planteamiento generaba una visión “muy negativa” sobre la salud de los menores de 5 años y así se argumentaba que tenía “poco sentido” para un niño sobrevivir a la poliomielitis un año para morir de paludismo al año siguiente o no tener un crecimiento que le permita llegar a ser un adulto sano y productivo.
Hay que tener en cuenta que el paradigma que rigió los destinos de la Organización desde su creación en 1948 y reafirmado en la Conferencia de Alma Ata de 1978, hace referencia a atender los problemas de salud de TODA la población. Ello está claramente expresado en la Constitución de la OMS que dice, “el lograr el mejor estado de salud que sea posible alcanzar constituye uno de los derechos fundamentales de todo ser humano, cualquiera que sea su raza, religión, opiniones políticas o condición económica social”.
El Nuevo Paradigma de la Salud presentado por la OMS en 1992, constituye hasta la actualidad el marco orientador sanitario para las políticas mundiales de salud. Dicho paradigma ha sido puesto en aplicación mediante un compromiso político mundial de los estados miembros de la Organización y que nunca fue tratado a nivel parlamentario de los países. Este cambio fue visto como indispensable ya que lo que primaba era el punto de vista socio-económico. Según los economistas, políticos e instituciones financieras la finalidad es, “mitigar” la pobreza (el objetivo ya no era acabar con la pobreza), lo que significa destinar la mayor parte de los recursos para el desarrollo económico en lugar de destinarlos a la salud.
Los objetivos del nuevo paradigma son: Determinar y jerarquizar las medidas prioritarias para atender las necesidades básicas para el desarrollo y luego elegir y poner en práctica las que sean “compatibles con lo recursos a mano” y “que tengan probabilidades de éxito”.
Este es uno de las claves del cambio de ética sanitaria que se ha llevado a cabo a través del nuevo paradigma que hace depender los objetivos en salud mundial a dos factores, la disponibilidad de recursos y las probabilidades de éxito. Privilegia la atención sanitaria de la clase activa que es la que rinde beneficios a la economía; en los países donde los recursos destinados a salud son escasos, son los menores de 5 años y las personas de la tercera edad los perdedores (los “excluidos”). Las enfermedades incurables o crónicas muy costosas dejaban de ser atendidas…. La salud para TODOS deja de ser un objetivo. Por ello el problema no es sólo una falta de recursos sino de voluntad política de atender a todos los pacientes. Ello se pone de manifiesto en que en países cuyo crecimiento económico ha sido remarcable en los últimos años, ello no ha significado ninguna mejora en los servicios de salud para los más empobrecidos, ya que estos últimos han dejado de estar dentro de los objetivos del nuevo paradigma.
Y hay que tener en cuenta que si en los años 90 las personas afectadas por la falta de atención sanitaria aparecía principalmente entre los países empobrecidos, en países con nivel socioeconómico bajo, entre los refugiados e inmigrantes, o personas con poco o ningún acceso a los sistemas de salud, a partir del año 2000 la extensión del problema se ah generalizado. Se ha comenzado a “sufrir” las consecuencia de la aplicación del nuevo paradigma en salud al plantearse cada día más, la dificultad en el acceso a medicamentos (por ejemplo los tratamientos oncológicos cuyo elevado precio y patente hace que no sea posible su financiación por los sistemas de salud estatales a corto o medio plazo) con lo que el problema ya se ha hecho extensible a todos los países. Toda la sociedad comparte cierto grado de vulnerabilidad debido a la aplicación del nuevo paradigma donde la salud va a depender de los recursos disponibles y posibilidades de éxito.
Debemos exigir a La OMS que se libere de las presiones ejercidas por los países e instituciones donantes para que sea posible recuperar de nuevo el paradigma de ¡SALUD PARA TODOS! y en especial para los más débiles de nuestro mundo.