La «educación para la salud» que se imparte hoy desde los servicios sanitarios y que responde a un planteamiento biomédico, tiene un carácter fundamentalmente proteccionista, está dirigida más a eliminar riesgos de enfermedad desde un punto de vista individual que a potenciar la salud a nivel comunitario.
Está basada en la obediencia del paciente a lo que el profesional de la salud le informa, traduciendo a comportamientos los conocimientos preescritos y perpetuando de esta manera el rol pasivo de la comunidad.
Este planteamiento no contempla el análisis ni la toma de conciencia de la problemática de la salud, ni la importancia que en el proceso de salud tienen elementos como el medioambiente, la cultura y la estructura social donde se desarrolla.
La educación para la salud es así utilizada como instrumento para generar mensajes dirigidos fundamentalmente a la modificación de hábitos y conductas, responsabilizando a las personas de su propia salud, delegando en ellas la solución de los problemas de salud y justificando con ello la propia ineficacia del sistema sanitario en la solución de los mismos.
Para afrontar con seriedad los problemas de salud, la educación en salud debe abrirse a todas las dimensiones del hombre, por lo que no debe seleccionar sólo aquellos temas estrictamente médicos, sino a otros con un abordaje intersectorial. Por lo tanto, debe responder a los problemas con una estrategia más de promoción que de prevención.
El enfoque comunitario de la educación para la salud implica acciones educativas destinadas a permitir que las personas y las comunidades en las que viven asuman el protagonismo en la construcción de las condiciones sociales de la salud.
Ante realidades globales y complejas, no se puede actuar de manera parcial o fragmentada sino que se han de realizar actuaciones integrales en territorios muy concretos (barrios, pueblos, ciudades, etc.) orientadas a toda la población e implicándola no sólo como sujeto que recibe servicios o prestaciones sino también como persona activa de su propio desarrollo.
Para reestablecer entre la población la capacidad de asumir y gestionar su estado de salud necesita de una serie de requisitos, tales como la toma de conciencia para identificar sus necesidades y dificultades, la clarificación de sus problemas, planteando sus posibilidades y oportunidades, y la capacidad de gestionar lo mejor posible los recursos de salud para desarrollar sus proyectos de vida personal de modo que puedan ser formulados y puestos en marcha.
Es a través de este modelo de participación y compromiso desde donde podemos ir dando pasos en la construcción de una nueva forma de entender y actuar en salud que favorezca el desarrollo comunitario para hacer posible nuevas formas de abordar los problemas de salud.