La comisión de medicamentos del Lacet (http://press.thelancet.com/EssentialMeds.pdf) ha cuantificado lo que diferentes países gastan en medicamentos esenciales y los resultados muestran que la diferencia entre el gasto de las naciones más empobrecidas y las más enriquecidas es «abismal».
El análisis de la Comisión de Medicamentos Esenciales del Lancet encontró que el costo de proveer 201 medicamentos esenciales a todas las personas en países empobrecidos podría representar tan poco como 2 $ por persona y mes, es decir un gasto anual por persona de entre 13$ y 25$. Sin embargo, uno de cada cinco países, gasta cantidades inferiores, y subyacen “grandes inequidades”. En 2010, por ejemplo, el gasto medio anual en medicamentos en 32 países de «bajos ingresos» fue de 8,8 $ por persona; en 48 países de ingresos medios-bajos se gastaron casi 37$; en 53 países de ingresos medios-altos se gastó alrededor de 106$ y en 49 países de ingresos altos casi 459 $ por persona.
“En general, el mundo gasta ocho veces más en medicamentos” que lo se necesitaría para que todas las personas de países empobrecidos tuvieran acceso a los medicamentos esenciales, lo que ilustra la inequidad entre las naciones, dijo Andy Gray, profesor en la Universidad de KwaZulu-Natal en Durban, Sudáfrica, que fue uno de los 21 expertos internacionales en políticas de salud que reunió The Lancet para estudiar el problema.
El informe de 84 páginas de Lancet contiene una serie de soluciones: sistemas para monitorear rutinariamente la accesibilidad, el precio y el acceso; la implementación de las políticas de concesión de licencias obligatorias contempladas en las normas de la Organización Mundial del Comercio; mayor uso de las evaluaciones de productos para maximizar su valor y sus beneficios; desvincular los costos de I + D de los precios; y mayor transparencia por parte de la industria farmacéutica.
¿Qué más? La comisión recomendó utilizar mecanismos de adquisición conjunta; mejorar la calidad de los medicamentos, que suelen ser de menor calidad en los países más pobres, adoptando medidas regulatorias; y evitar el uso excesivo o el abuso de ciertos medicamentos, tales como los antibióticos y los opioides. La comisión también cree que la comunidad internacional debería establecer un fondo común de patentes de medicamentos esenciales para que otras compañías puedan producirlos y crear un mercado de genéricos competitivo en los países de bajos ingresos.
Muchas de estas recomendaciones son conocidas y las ha hecho anteriormente la Organización Mundial de la Salud, pero no han conseguido ninguna mejora ya que la enfermedad es ante todo “un negocio”. Hoy en día las multinacionales farmacéuticas constituyen el sector industrial con más ganancias y los países empobrecidos no son “el mejor mercado”. Por eso los países empobrecidos, con el 86% de la población mundial, sólo representan el 20% del total de ventas de la industria farmacéutica. Por eso por cada 1.000 € que se dedican a la investigación, 999 € se destinan a enfermedades asociadas al primer mundo. Ejemplo de esta situación injusta es que las empresas farmacéuticas en EEUU gastan unos 500 millones de dólares al año en investigación y desarrollo en salud animal, 10 veces más que el gasto dedicado a enfermedades tropicales.
Por lo tanto confiar en que el mercado se autoregule para financiar el desarrollo de los medicamentos necesarios lleva al fracaso.