La espiral de precios de los nuevos medicamentos oncologicos dejará en bancarrota los sistemas de salud
Los medicamentos oncológicos han duplicado su precio en sólo 10 años provocando un impacto directo en los sistemas de salud de todo el mundo, incrementando el gasto farmacéutico y limitando su acceso en muchos países.
En España, algunas de las terapias más empleadas para tratar tumores alcanzan los 30.000, 40.000 y hasta 100.000 euros por paciente al año. Unos precios inasumibles para el sistema sanitario, sobre todo teniendo en cuenta que cada vez es mayor el número de casos diagnosticados, que pasará de 247.000 en 2015 a 315.000 en 2035, casi un 30% más, según las previsiones.
Esta situación se debe a un sistema de propiedad intelectual que deja en manos de las compañías farmacéuticas la fijación de los precios de los fármacos y a un marco regulatorio poco transparente que beneficia a la industria en detrimento del bien de toda la población.
Algunos ejemplos :
la investigación del trastuzumab, un medicamento para cáncer de mama, fue apoyada en gran parte por filántropos y fundaciones y casi el 50% de los ensayos clínicos se realizaron con presupuesto de universidades, centros de investigación o fundaciones sin ánimo de lucro. Hoy sería uno de los productos estrella de Roche y habiendo generado más de 60.000 millones en ventas desde su comercialización. En los casos de alemtuzumab (Sanofi) y bevacizumab (Roche), otros dos fármacos estudiados, el informe revela que el 70% y el 50% de los ensayos clínicos, respectivamente, han sido financiados por universidades, centros de investigación o fundaciones sin ánimo de lucro.
También ocurre los mismo con las terapias CAR-T, que son tratamientos novedosos que modifican las propias células del sistema inmunitario del paciente para que detecte y destruya a las células causantes del cáncer. Recientemente, se ha aprobado la comercialización en EEUU de Kymriah® (Novartis) y Yescarta® (Gilead) con precios de salida que superan los 475.000 dólares en el primer caso y 373.000 en el segundo. Una vez más, gran parte de la investigación que ha dado lugar a estas terapias proviene de recursos públicos -más de 300 millones de dólares solo en EEUU- y más del 60% de los ensayos clínicos se han financiado a través de universidades, centros de investigación o fundaciones sin ánimo de lucro.
Los casos de alemtuzumab y bevacizumab reflejan, además, algunas de las muchas estrategias comerciales a las que recurre la industria para maximizar beneficios.
Alemtuzumab multiplicó su precio por 15 -hasta los 58.0000 euros- en un año. El fármaco, destinado en un principio a tratar un tipo de leucemia, fue retirado por la empresa y lanzado de nuevo con otro nombre y otro fin: tratar la esclerosis múltiple entrando así en un nuevo mercado cuyos medicamentos son más caros.
Bevacizumab, por su parte, es un fármaco utilizado en diferentes tipos de cáncer, cuyas ventas, desde 2004, superan ya los 61.000 millones de euros. Este medicamento demostró también su efectividad en el tratamiento de un tipo de ceguera. La compañía Genentech/Roche, en vez de solicitar la inclusión de esta enfermedad en el listado de indicaciones del medicamento, decidió crear uno nuevo a partir de bevacizumab, con similares resultados, pero con otro nombre y un precio 100 veces mayor.
No se puede aceptar moralmente que el precio desorbitado de los nuevos medicamentos oncológicos lleven a la bancarrota a los sistemas de salud y que no permita a los pacientes sin recursos acceder a los tratamientos.