La medicina ha cambiado y con ello se despierta toda clase de temores acerca de la posibilidad de la sobremedicación.

En este proceso ¿la medicina podría ser pensada como actuando de un modo hipocondríaco? hallando enfermedades de todo tipo en todos lados, la proliferación de “medicamentos para todo” se convierte en la herramienta diagnóstica de una segura enfermedad.

En la actualidad, la publicidad ofrece todo tipo de medicamentos con una fórmula muy similar a la que se ofrece un cosmético, una hamburguesa o cigarrillos; servicios de atención a la salud e internación como si se tratara de hotelería. La salud de las personas se mercantiliza.

En paralelo ocurre un creciente desarrollo científico-tecnológico que hace prescindir cada vez más del contacto directo del médico con sus pacientes. De ello se deriva la pérdida de autoridad del médico, situándose entre la publicidad y “la ciencia” en algunos casos y, el google, en otros.

La hegemonía de la biomedicina se visualiza más que nunca en el grado de consenso que adquiere en la sociedad, ya no hace falta de la figura de un médico que convenza de nada, es justo en el momento que la medicina y los médicos comienzan a discutir sobre sus excesos, sobre los efectos adversos que pueden producir muchas veces ciertos tratamientos, que la sociedad de manera autónoma reclama como necesidad y derecho la atención de padecimientos que antes formaban parte de la vida cotidiana, del ciclo vital y se resolvían en el ámbito doméstico.

Los medicamentos pueden resultar tan adictivos y enfermizos como las propias enfermedades. Es en parte producto de esta “paranoia” de hoy, en la cual todo malestar puede ser objeto de tratamiento biomédico, que la vida cotidiana puede medicalizarse, y no necesariamente a causa del médico sino también de la búsqueda por escapar al dolor, a los años, al propio cuerpo y ciclo vital que marca nuestra naturaleza.

Nadie niega los avances que la ciencia médica ha traído para mejorar la expectativa de vida al nacer, pero tampoco se debe perder de vista que a nivel poblacional, la calidad de vida y condiciones de vida han mejorado considerablemente más allá del desarrollo de cualquier medicamento, ese mejoramiento es lo que indudablemente produce algún impacto en la salud colectiva.