Las autoridades les suministran psicotrópicos para dormirlos, según confirman varios informes legales.
Miles de niños de acogida en EE UU podrían estar recibiendo fuertes medicamentos psiquiátricos sin las garantías básicas de salud, según ha indicado un informe publicado por la Oficina del Inspector General de Salud y Servicios Humanos del país.
El estudio descubrió́ que aproximadamente uno de cada tres niños acogidos de forma temporal por familias voluntarias se les había recetado medicamentos psiquiátricos sin un tratamiento detallado o seguimiento por parte de sus médicos.
Se han identificado siete medicamentos en la investigación judicial: Clonazepam, Duloxetina, Guanfacina, Geodon, Olanzapina, Latuda y Divalproex, que son medicamentos utilizados para controlar la depresión, la ansiedad, el trastorno por déficit de atención, el trastorno bipolar, los trastornos del estado de ánimo, la esquizofrenia y las convulsiones.
La Oficina del Inspector General de Salud y Servicios Humanos, dedicada a analizar la buena praxis en el sector sanitario estadounidense, realizó este estudio analizando los casos de más de 600 menores de acogida en cinco estados del país.

Lorilei Williams, una abogada que trabajó con más de una docena de niños encerrados en Shiloh (centro de detención de inmigrantes), asegura que sus clientes recibían rutinariamente medicamentos sin el consentimiento de los padres y, a menudo, sin que los propios niños supieran el motivo. Los niños con los que trabajaba a menudo parecían hundidos y sufrían «un enorme aumento de peso en un período muy corto de tiempo», señala.
«Sospeché que los estaban medicando para hacerlos más sumisos y tenerlos más controlados», explica Williams, aunque no podría probar ese motivo oculto.
A esto hay que añadir que Estados Unidos le ha perdido el rastro a cerca de 1.500 menores indocumentados que cruzaron la frontera este año y fueron derivados a tutores, según una investigación del Congreso.
Después del incierto viaje a Estados Unidos, los menores de edad que son detenidos pueden estar por ley un máximo de 72 horas en un centro policial. Una vez cumplido ese plazo, pasan a estar bajo la custodia del Departamento de Salud y Servicios Sociales (HHS, por sus siglas en inglés). Luego son transferidos a un refugio, tutor o familiares mientras su caso entra en el lento circuito judicial migratorio. Los investigadores del Senado revelaron que el departamento no pudo determinar con certeza el paradero de 1.488 de los 11.254 niños que habían sido colocados con familias de acogida este año. Los funcionarios públicos hacen un seguimiento a los niños a través de llamadas telefónicas a sus tutores.
Los legisladores advirtieron del riesgo de que los pequeños acaben con traficantes de personas o sean utilizados como trabajadores por personas que se hacen pasar por parientes.

Si analizamos la situación de Europa no difiere mucho de la situación en EEUU, en el último año se han denunciado la desaparición de 10.000 niños, todos ellos migrantes forzosos a los que la Europol vaticina la condena a todas las penas de esclavitud imaginables.
Recupero aquí las palabras de Francisco: “Sueño una Europa, donde ser emigrante no sea un delito, sino una invitación a un mayor compromiso con la dignidad de todo ser humano”
Que el sufrimiento de millones de hermanos nuestros no nos lleve a caer en la indiferencia que nos haga cómplices.