De entre los muchos conceptos contemporáneos tal vez el de Nuda Vida “una vida absolutamente expuesta a qué se le dé muerte y objeto de una violencia que excede la protección del derecho” sea un intento de situarnos frente a la realidad. Una realidad de guerra, una realidad de frontera, una realidad precaria, una realidad que cada poco tiempo nos colma de desaparecidos, de descartados.
Este nuevo léxico de la biopolítica encuentra aplicación en el ocaso de los instrumentos jurídicos tradicionales, inadecuados para regular una situación internacional nueva.
Los tradicionales entes territoriales están flanqueados, rozados, atravesados tanto por la incontenible desterritorialización impresa por el flujo de las mercancías y de las finanzas como por los potentes flujos migratorios, con sus impactos culturales.
Hoy, la guerra global se sustrae a los límites jurídicos y entra plenamente en la indistinción biopolítica entre público y privado, entre paz y guerra, orientándose hacia una normalización, imposible de alcanzar, siendo exigida por continuas emergencias, estados de excepción, intervenciones de salvación.
Los procesos migratorios están ligados a la movilidad del trabajo. Caen las fronteras para el incesante flujo de las mercancías globalizadas y el movimiento de las migraciones, en cuanto mercancía-trabajo, atraviesa a su vez las fronteras, viéndolas alzarse impenetrables o hacerse permeables según las exigencias contingentes del mercado.
Naturalmente desde el punto de vista de quien vive las migraciones —los migrantes—, la experiencia está unida a las guerras, al hambre, a las crisis internacionales y, una vez llegados a las nuevas tierras, se vive la exclusión, la clandestinidad, la explotación, la precariedad absoluta e insistente, la amenaza continua e indeterminable, el racismo.
La nueva biopolítica necesita activar un lenguaje médico, profiláctico, como si los migrantes fuesen asimilados a agentes patógenos o peligrosos para las comunidades de acogida.
La de los migrantes puede ser considerada entonces como «nuda vida», que escapa de las tutelas jurídicas y se ve forzada a un estado de emergencia, expuesta a la concentración en campos de refugiados, donde de hecho está suspendido el derecho nacional: espacios que trazan, en un territorio nacional, áreas de excepción.
“Nudas vidas” que desaparecen en el mar sin que puedan ser «contadas», nominadas; “nudas vidas” que se someten al tráfico y al mercado: tráfico de no-personas, tráfico de no-hombres y no-mujeres conocido por todos, ignorado por el derecho, utilizado o reprimido solo a la vista de nuevos flujos aún menos tutelados.
Nuda vida. Un nuevo concepto para intentar describir la dura vida de los migrantes… de los expoliados…. de los descartados…. de los olvidados….