CONCEPTOS DE BIOPOLITICA
LA RELIGION SECULAR
La obsesión por el hombre nuevo y el éxito que empieza a tener la idea de lo transhumano son una secuela de la religión secular que, si bien es una religión nueva, se enmarca en el cuadro de la cultura promovida por el cristianismo en Europa.
La religión secular proviene:
- del humanismo, que el cristianismo acogió en su seno;
- del calvinismo, que es una herejía cristiana;
- del racionalismo europeo, de matriz cristiana;
- del artificialismo, que en cierto modo estaba ya en el Génesis,
- del igualitarismo, que sale de la igualdad que implica la creación de todos los hombres a imagen y semejanza de Dios e hijos suyos;
- de la libertad evangélica y el amor al prójimo;
- de la seguridad del europeo frente a la Naturaleza —desmitificada por el cristianismo— lo que impulsó el conocimiento científico y la acción técnica sobre aquélla;
- del mismo laicismo que es una exigencia del cristianismo y fue impulsado por la Iglesia;
- del nihilismo, implícito como posibilidad en el cristianismo;
- y, en fin, de la misma Iglesia, que educó a los europeos.
La religión secular que salió de la combinación de esos factores es una sola, es una religión innovadora cuya idea fuerza es el hombre nuevo.
La secularización sería el proceso de emancipación de la religión tradicional, teniendo presente que en la religión tradicional lo religante es la fe que confiriere una unidad vital interior a las acciones humanas. En la religión secular, lo religante es una fe sentimental en la que subyace el anhelo de la inmortalidad.
La religión secular descansa en la fe en la capacidad de prever y organizar el futuro donde el hombre alcanzará su plenitud. El meollo de esta religión es la fe en el conocimiento acerca del futuro.
Concurrió a su formación, una combinación de factores (culturalismo) que incluyen desde los descubrimientos geográficos y el cambio de la imagen del mundo, al ambientalismo y el ansia de novedades suscitada por el éxito de la ciencia y la técnica. La síntesis de todos los factores concurrentes, impulsó a su vez el auge de la política frente a la religión tradicional generando la politización de la sociedad.
Es una religión secular simplificadora, su referente es el tiempo, el futuro terrenal y no la eternidad.
Sociológicamente sería el equivalente a la religión de las masas.
La fe de la religión secular explica la realidad simplificándola a través de la certeza racional. Para ella, lo real es sólo lo racional. Sin embargo, como el hombre es antropológicamente un ser religioso y para el hombre, lo real es lo religioso, la religiosidad connatural al ser humano suscita esa fe en el poder del conocimiento, que opera como una nueva religión; religión rival de la cristiana en Europa desde la revolución francesa.
La secularización coincide con el proceso moderno en el que el conocimiento se ha ido separando del pensamiento. Al final sólo lo visible es digno de fe. Parece como si el hombre contemporáneo se hubiese vuelto impermeable a lo que no perciben sus sentidos.
La religión secular aspira a sustituir a la religión en su sentido estricto de relación con lo divino, por la relación con el poder, al que sacraliza, si bien lo que se sacraliza aparentemente es el conocimiento. El poder del conocimiento sería lo único que religa.
La religión secular, como toda religión, establece un puente entre la razón y el alma o psique. Lo peculiar es que ese puente entre la razón y la psique es lo cuantificable conforme al carácter cientificista de la cultura «culturalista» en la que prospera. Por eso suele expresarse en términos de valores. Por ejemplo, en vez de hablar del reino de Dios habla del reino de los valores, lo que evidencia su pretensión de ser una suerte de religión secular.
Pero lo que plantea la religión secular es un problema de mucha más envergadura. Se presenta como la religión de una humanidad evolucionada, completamente emancipada y feliz, hasta el punto que pretende explícitamente en muchos casos la inmortalidad (que no es lo mismo que la resurrección). Al final, se habría entrado en el ámbito de lo trans- o post-humano.
Por otra parte, el problema de la cultura «culturalista» es que aunque se imponga mediante la propaganda, la educación, el control burocrático de la producción cultural y la coacción estatales, la religión secular conseguiría suplir las funciones integradoras de la tradicional solamente si lograse construir un hombre nuevo sensible a motivaciones altruistas. De ahí que, consciente e inconscientemente, se deriven de ella múltiples movimientos y religiones de la política según la respectiva concepción del modo de conseguirlo. La visión del hombre nuevo es lo que modula sus diferencias y les da su carácter.
Una particularidad de la religión secular consiste en que, en tanto se relaciona íntimamente con las esperanzas puestas en la ciencia cuyo objeto son los fenómenos, se desvincula de lo ontológico y en definitiva de la Tierra natural, postulando «una nueva tierra» creada por el hombre, un nuevo mundo. Da lugar así a un específico modo de pensamiento, el pensamiento ideológico, que resulta de la negación de lo sobrenatural y que es coherente con la negación o superación de lo natural, aunque se presente como naturalista. Sus religiones políticas adoptan la forma de ideologías y, recientemente, de bioideologías, según se relacionen preferentemente con la física o con la biología.
Hoy sigue vigente el mito del hombre nuevo. Es decir, que lo que subsiste es la religión secular, que tiene características propias, comunes a los movimientos secularistas y a las religiones de la política contemporáneos: todos derivan de ella. Algunos han perecido, otros siguen siendo el motor de la actividad política y surgen nuevos movimientos, religiones de la política, sectas y supersticiones cuya levadura es la religión secular. Pues la credulidad de las gentes desorientadas es natural, ya que la fe es una propiedad antropológica inesquivable. En opinión del sociólogo Peter Berger, ninguna época ha sido tan crédula como la actual.
(Extracto del libro “El mito del hombre nuevo” – Dalmacio Negro)